Un nuevo día by Robyn Carr

Un nuevo día by Robyn Carr

autor:Robyn Carr
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2010-08-09T22:00:00+00:00


—¿Podemos echar una ojeada o tenemos prisa? —preguntó ella cuando entraron en la biblioteca pública de Eureka.

—¿Qué tal te encuentras? Has tosido un poco.

—Me siento mejor cuando hago algo. Me gustaría llevarme un par de libros y estar ocupada mientras tú vendes leña. No sé muy bien lo que quiero.

—Tómatelo con calma. Me gusta leer los periódicos —le tranquilizó él.

Efectivamente, ella se lo tomó con toda la calma del mundo. Recorrió las estanterías, eligió libros con cubiertas atractivas, leyó las solapas y le costó elegir. Se sentó en el suelo del pasillo, lleno de gente, y disfrutó de volver a estar en medio del bullicio. Había leído clásicos a Bobby, más para sí misma que para él, pero le gustaban las historias de amor más recientes. Historias de amor intensas con finales felices. El libro que eligiera tenía que ser el indicado, era la única diversión que tenía.

—¿Ya...? —le preguntó él, aunque ella no sabía el tiempo que había pasado.

—Claro... Por favor, ¿puedo llevarme estos tres?

—¿Crees que los habrás leído antes de marcharte?

—Sí —contestó ella con una sonrisa y sabiendo que sólo era media respuesta.

Mientras Ian recogía los libros y fue a esperarla junto a la puerta, Marcie se quedó charlando con una de las bibliotecarias. Empezaron a hablar normalmente, pero pronto empezaron a reírse y a tocarse los brazos mientras se susurraban casi al oído. Él se aclaró la garganta y las dos mujeres lo miraron. Él le frunció el ceño, pero las dos volvieron a hablar entre ligeras risas. Parecía como si se hubieran hecho íntimas amigas en unos minutos.

Por fin, Marcie abrazó a la otra mujer y después siguió a Ian hasta la camioneta.

—No ibas a intimar con nadie ni nada parecido...

—No lo he hecho —replicó ella.

—Pues parecías muy a gusto. Te lo dije, eres de esas personas con las que todo el mundo quiere hablar...

—No te preocupes, Ian, preservé mi anonimato. Le dije que eres mi hermano.

—¡Perfecto! —exclamó él—. Ahora me preguntará cosas sobre ti. También te lo dije, soy amable y cortés y luego sigo mi camino.

—Puedes hacerlo. Ella lo entenderá perfectamente.

—¡Ah...! ¿Por qué lo sabes?

—Sentía curiosidad por ti. Me dijo que a veces pedías bastantes libros, pero que no dabas mucha conversación.

—¿De verdad?

—Sí —contestó Marcie—. Le dije que eres inteligente, pero que no eres muy sociable. Le dije que no podía esperar que charlaras mucho, pero que eres amable y que no tiene motivos para sentirse cohibida contigo, que pareces más hosco de lo que eres.

—No me digas. ¿Cómo la convenciste?

—Muy fácil. Le dije que eres una especie de erudito chiflado, que sabes mucho de literatura y otras cosas, pero que el trato con las personas no es tu especialidad.

—¡Santo cielo!

Ella se dio cuenta de que el sol estaba empezando a ocultarse.

—Ian, ¿cuándo fue la última vez que saliste a tomar una cerveza?

—Hace algún tiempo —gruñó él.

—Me encantaría ver el árbol de Navidad de Virgin River por la noche. ¿No podríamos pasar por allí a tomar una cerveza? Para cuando nos hayamos bebido la cerveza, será de noche.



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